¿ Quién no recuerda al Fullet Tortuga en los epidosodios de Bola de Drac (Bola de Dragón para los que no veían la serie en TV3) ?¿ Y al señor Miyagui en Kárate Kid?
Estoy segura de que de éste último todavía te acuerdas de alguna de sus lecciones. Sí sí, el clásico » dar cera, pulir cera», una actividad en la que el que el señor Miyagi insistió tanto que a Daniel San casi le entra un ataque de histeria y lo manda todo al carajo.
Éstos son sólo algunos de los maestros en los que algunos personajes de series televisivas se han apoyado para crecer y para superar sus obstáculos. Son personas que aparecen a lo largo de nuestras vidas y que siempre nos aportan algo.
Como estos dos ejemplos son ficción y la vida no es tan estupenda en la realidad como en las películas, seguro que si analizas un poco, a lo largo de tu exitencia te has podido encontrar con maestros de todo tipo.
Las personas que aparecen en tu vida se convierten en auténcias maestras de tu carácter y de la percepción que tienes del mundo. Algunas enseñan desde la paciencia, el cariño y la compresión, otras desde la traición, la ofensa y la mentira.
TIPOS DE MAESTROS
Malévolos: Todavía recuerdo a mi profesora de matemáticas. Doña María, a pesar de tener mala fama, un aspecto gris, serio, cara de pocos amigos y desprender olor a tabaco, no era tan mala. A mí personalmente jamás me hizo nada ofensivo, incluso le tenía cierta simpatía, aunque todavía recuerdo un examen en el que me puso un 3. Precísamente por esto, por su exigencia, era clasificada como «mala».
En realidad, los maestros malévolos son aquellos que nos enseñan algo haciéndonos experimentar sensaciones negativas como por ejemplo: la maquinación, la deslealtad, el engaño, la infidelidad o la insidia en todos sus sentidos. Estos maestros son realmente importantes en nuestra experiencia vital. Gracias a ellos sabemos lo que no queremos, lo que no merecemos y lo que podemos conseguir alejándonos de este tipo de personas.
Benévolos: Estos maestros son los que siempre recordaremos tras las lecciones aprendidas. Aquellos de los que nos cuesta separarnos porque nos han enseñado desde el afecto, la amistad, la dilección y el cariño. Los encontramos en cualquier parte y los identificamos muy rápido porque, generalmente suelen dar aliento a nuestra desesperación. Sin duda y aunque no siempre, los maestros más benévolos los encontramos en nuestro círculo familiar más cercano. Son personas que nos han enseñado que con poco que des se puede obtener mucho a cambio y que nunca hay que arrepentirse por hacerle el bien a alguien, aunque esa persona haya cometido un error grave.
En definitiva, todos: los que nos quieren, los que nos odian, los que nos adoran, los que nos envidian, los que nos desean, los que nos repudian. Todos y cada uno de ellos tienen algo que enseñarnos. Experiencias de las que podemos aprender y recomponernos para no volver a caer en los mismos errores y seguir por nuestro camino.
Porque en la vida no hay ni amigos ni enemigos, tan sólo hay maestros.